Él arribó primero, llegó al planeta el 5 de setiembre de 1975 (más específicamente a Rivera, Uruguay).

Ella llegó dos años después a Montevideo; y por no ser menos, decidió también ser virginiana.

En el ‘97 decidieron oficializar el plan de viaje, y se casaron.

Selfie del selfie en Toledo

Sólo se iban a conocer 15 años más tarde. Como toda persona de Virgo, ella tenía que ser exacta y precisa; quiso que su fecha de entrada también fuera el 5 de setiembre, para que tuvieran una historia que contar, desde el principio.

Viajaron solos, cada uno por su ruta, hasta el ‘92. Se conocieron, hubo un beso, creyeron que no era serio… y descubrieron cuan equivocados estaban. Él ya sabia tomar cerveza y ella recién ahí aprendió.

Y ahí llegó el mate…

Ella no tomaba mate en ese entonces, a pesar de haber crecido en Rio Grande do Sul, estado de Brasil donde el mate – o, mejor dicho, el chimarrão – es cosa de todos los días, como en Uruguay y Argentina.

Pero no le gustó verlo tomar el mate sólo todas las tardes. Así que decidió empezar a acompañarlo, y algunos años después, adivina quién tomaba más mate, de la mañana a la tardecita?

Panorámica desde Pico de Peñalara, Madrid

Más viajes siguieron. Juntos y por separado, dejaron sus pasos en Uruguay, Brasil, Argentina, Paraguay, Perú, Costa Rica y Guatemala.

La base de operaciones siempre fue Montevideo, hasta que la trasladaron a Madrid en 2018. Allá atravesaron la &%$#=# cuarentena del 2020, y después de vuelta al Uruguay por un rato.

Ahora, descubriendo la vida en Ginebra. No para siempre; por ahora, por un año o quien sabe dos, por lo que dure.

Muchas cosas cambiaron a lo largo de los años, ideas, lugares, personas, circunstancias. Una de las pocas eternas constantes? El mate, siempre allí, el mate.

Parque Quinta de los Molinos, Madrid

Y así nació este blog.

Para contar las aventuras de dos uruguayos que se quieren desde siempre, y el fiel mate que los acompaña a todas partes.

Ørstedsparken, Copenhagen

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